Storm Surge Barrier (Maeslantkering)

Debido a la emocionante y obligatoria asignatura de Introducción a la Cultura y Sociedad Holandesas, todos los estudiantes Erasmus nos vemos forzados a realizar al menos dos excursiones a sitios característicos o peculiares de Holanda. En este caso, la entrada trata sobre la segunda (y última) excursión que tuve que hacer. Gouda quizás fue un tanto aburrido, pero por lo menos no nos llovió.

En cambio, este viaje es fácilmente uno de los peores días de mi estancia en Holanda. Por muchas razones, principalmente porque nos fuimos a ver una presa (que parece que no tenemos ninguna en el resto del mundo), porque hacía bastante frío y porque no dejaba de diluviar. Si bien la gestión del agua en Holanda es siempre el tema estrella y por tanto presas hay a montones, hablo en concreto de la presa Maeslantkering (o barrera de Maeslant), situada a la entrada del puerto de Rotterdam.

Se cuenta que cada una de esas pinzas es tan alta como la Torre Eiffel. Ahí es nada.

Comenzamos nuestra visita subiéndonos al bus que habría de llevarnos a la fascinante e interesantísima presa. En La Haya había estado lloviendo todo el día, y no parecía que fuera a parar en Rotterdam. Tras bajarnos allí, efectivamente comprobamos que nos iba a llover durante toda la visita (también se oyeron maldiciones varias sobre Holanda). En primer lugar, entramos a algo así como el Centro Cultural Maeslantkering, dónde nos proyectaron un vídeo sobre el agua y su importancia para Holanda (resumible en «si no controlamos el agua moriremos todos ahogados porque la mayor parte del país está bajo el nivel del mar») y nos dividieron en dos grupos.

La única forma de que quepa toda la presa en una foto es en forma de maqueta.

A mi grupo le tocó hacer primero el tour por el Centro Cultural. Allí nos explicaron a grandes rasgos las características clave y el funcionamiento de la presa. Principalmente fue construida en 1997 como uno de los proyectos más importantes del Plan Delta. O dicho de otro modo: tras las inundaciones de 1953 en las que murieron miles de personas, el gobierno holandés decidió mejorar sus infraestructuras acuáticas, véase diques, presas, muros de contención, canales, etc.

Nada como un poblado del Playmobil para escenificar una inundación.

Todo el tour se basó, pues, en maquetas de la Maeslanktering, maquetas de Holanda, animaciones de qué pasaría si subiera la marea y no hubiera ninguna presa que nos protegiera, y esos temas que tanta seguridad te aportan sabiendo que vives en La Haya a escasamente cuatro kilómetros de la costa. De hecho, creo que si se produjeran inundaciones, La Haya se vería realmente afectada por su proximidad al mar, aunque siempre podríamos evacuar la ciudad en bici.

Y entonces, llegó la fatídica parte de la visita: salir afuera a ver la presa.

Muy grande, muy bonita, muy blanca. Probablemente en un día soleado o al menos no lluvioso la Maeslanktering hubiera sido una excursión entretenida, pero teniendo en cuenta que a) estaba diluviando, b) hacía bastante frío, y c) el guía no paraba de hablar, estuvimos fácilmente media hora bajo la lluvia sufriendo el clima típico holandés (yo me empapé hasta los calcetines).

Una vez terminada la visita, volvimos a la cafetería del «centro cultural». Allí esperamos una media hora a que regresaran los buses. Luego nos subimos al bus, volvimos a La Haya, cogimos la bici, llegamos a casa, y nos dimos la que probablemente fue una de las mejores duchas calientes de nuestra vida. Ahora que estamos llegando a los créditos, también debo agradecer a mi chubasquero su inestimable ayuda.

Y un bonito, lluvioso y mojado paisaje para terminar.

¡Hasta la próxima!

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